Baza Iberica
Baza Iberica

Pasa el tiempo y la altiplanicie bastetana sigue siendo lugar escogido como asentamiento por varias culturas, si bien de la que más se habla por motivos obvios, es de la del pueblo íbero, allá por el siglo IV a. C., quienes solían asentarse en rutas establecidas con anterioridad por los fenicios.
La gran cantidad y valor de los restos hallados, pertenecientes a esta época, confirman la importancia que la Baza ibérica debió tener, pudiéndose afirmar también, que tuvieron que tener relaciones con otros pueblos colonizadores, tan importantes como los griegos, debido a la presencia de abundantes cráteras italiotas usadas como urnas cinerarias. Los Íberos-bastetanos de la época, fueron evolucionando y se empezaron a diferenciar en grupos según las actividades que realizaban: de una parte, los agricultores y ganaderos y, de otra, los que explotaban los minerales de la zona, utilizando fundamentalmente el cobre que extraían de la Sierra de Baza.
Estos grupos llegaron a tener modos de vida bastante diferenciados y se habla incluso, según Ptolomeo, de que el pueblo ibérico de los bastetanos, que debió ser el heredero de los mastienos o bastienos de la época tartésica, se dividía, en dos ramificaciones: los bástulos, al oeste y los bastetanos propiamente dichos, al este. Ambos ocupaban una gran parte del sureste español, en la que se incluía la actual provincia de Almería, la casi totalidad de la provincia granadina y amplias zonas colindantes de las provincias de Málaga, Jaén Albacete y Murcia. El paraje de la zona del Cerro Cepero, próximo al Río de Baza y lugar de aparición de la Dama de Baza y del Torso del Guerrero de Baza, debió ser la necrópolis del asentamiento ibérico, uno de los más antiguos de España, el cual desempeñó un importante papel en el control de las rutas que comunicaban el sureste murciano con la Alta Andalucía y las ricas minas de Cástulo (Linares), aunque su economía predominante se basaba en el cultivo de los cereales de secano.